“Esa conexión con mi identidad bruja me la ha dao la vuelta al sur”. Esperanza Moreno

Autorretrato Epe Moreno. Esta ilustración pertenece a la obra “Autopsia de una langosta” de Helena Torres Sbarbati. Pubicado en Melusina.

🌿Entrevista Artistas andaluzas (de ser representadas por la mirada centralista a representarnos nosotras) Síguelas con el Hashtag #QuéArteTieneHija

📣Quͧédͩaͣtͭeͤ siͥ tͭeͤ iͥntͭeͤrͬeͤsaͣ… eͤl feͤmͫiͥniͥsmͫoͦ aͣndͩaͣluͧz, las carnes, las vísceras, la rabia, los cuidados, el autorretrato, el sexilio, el conflicto de sangre, la brujería…

Esperanza Moreno (Cádiz, 1980) se autonombra ecofeminista rumiante, hija de su madre y buscadora de una vida que merezca la pena (la alegría) ser vivida. Artista clave para hacer memoria de las representaciones de mujeres lesbianas en el Estado español, realizó las fotos para el primer kamasutra lésbico conocido por estos lares, del que Espe fue coautora. Una idea original de la también gadita, la escritora Paloma Ruiz.

Conocida también por su activismo por la diversidad sexual, Espe fue una de las creadoras del primer Orgullo Serrano de la Sierra de Cádiz. Hoy nos acercamos a su faceta más artivista como ilustradora, su trabajo sobre cuerpos lesbianos en la red -que aquí adjuntamos como ejercicio de memoria histórica- y su universo de vísceras, carnes, vomiteras emocionales y autorepresentación.

🔥Se aconseja leer esta conversación con la pausa, el calor y el amor que se merece.

P. ¿Cómo te defines en estos momentos de tu vida Espe?

R. Siempre me he definido como artivista, aunque en estos momentos hago más intervención social. Pero ahora, sobre todo, soy hija de mi madre. Las vinculaciones familiares son super importantes hoy en las dimensiones en las que me estoy viviendo. Siento, desde que volví, que me he reconciliado con un lado espiritual del que renegué cuando salí por patas del colegio de monjas y ese lado está como muy en conexión con la vida y con los cuidados y con el reinventar un poco, el redefinir la familia como la conocía o como la interpretaba.

Ha habido mucho conflicto de sangre. No digo que no se hayan terminado pero, bueno, hay una reconciliación con la sangre, sobre todo en esa línea concreta: madre-hija. Estar donde está la raíz ha hecho que mi activismo cambie.

P. ¿Cómo ha sido ese proceso?

R. Descubro el feminismo a través del activismo lesbiano, no al revés. Creo que esa pedagogía que se hace dentro de casa resultaba menos atractiva. Mi sensación los primeros años cuando me volví al sur era como de una pérdida de libertad expresiva. Venir de esa situación postpornopunk en la que me encontraba, llegar a casa y empezar a entrar en aulas, secundaria…

Cambiar el idioma, el lenguaje… Con el tiempo me he dado cuenta que el trabajo personal aquí está siendo mucho más profundo. Desde que he tenido que adaptar al discurso, el mensaje, las herramientas en el seno de mi tierra, he ido más a la esencia de las cosas.

Me he salido de esa posición radical postestructuralista a tope. Del “todo está construido, nada es…”. Y ¡qué va! de repente empezaba a conectar con cositas que no tienen explicación.

http://www.feminismoandaluz.com/apoyanos/

P. Cuéntanos una mijilla de tu trayectoria artística.

R. Mi trayectoria artística se inició en 2001, con una exposición- Desde dentro– en el PayPay en Cádiz. Fotografías y dibujos. No vendí nada. No creo que la gente quisiera tener esas obras en su salón. No porque fueran feas sino porque eran un poco desagradables y todo tenía que ver con una vomitera brutal. A través del dibujo vomito todo lo que me duele todo, me daña, me hace rabiar…

Los temas que se repiten en mi obra tienen que ver con el dolor o el placer, los cuerpos y los fluidos. La carne, las emociones, la violencia, el amor, la rabia… Todo muy cárnico. Al final es pura víscera.

En 2003, empecé a trabajar el autorretrato, no el selfie, el autorretrato como un proceso de autoconocimiento y de revisión de mi autoconcepto. El autorretrato sigue siendo para mí una manera necesaria de transitar el hecho fotográfico y el hecho artístico desde del lápiz, detrás de la cámara, hacia el papel o hacia el lienzo o la pantalla. Jugar con ese límite entre el sujeto que desea y el objeto deseado. El autorretrato es una forma de romper el límite y entrar dentro de mí. Es lo que más me representa.

El dibujo y la expresión artística me han salvado la vida desde que era muy pequeñita pero implica hacer un viaje hacia dentro y en ese viaje hacia dentro me asusta y, por eso, paro.

P. Los sexilios también son procesos de fugas creativas. Tú estuviste muchos años viviendo en Valencia. ¿Tu proceso como artista entraría dentro de eso?

R. Sí sí, totalmente. Cuando terminé selectividad y me fui a estudiar fuera, ni siquiera tenía los 18 años cumplidos. Me esforcé mucho en los estudios para salir por patas y empecé a encontrarme en mi identidad y a reconocerme. Ahora lo veo claro. Ha sido un sexilio absoluto. Y mi sexilio ha durado 15 años. Hasta 15 años después yo no he sentido realmente como una llamada para volver a casa. Y la llamada ha sido un estar entre la espada o la pared: “o vuelvo ya o me lo pierdo porque mi padre se está muriendo”.

Es un poco bruto todo. Había algo muy grande dentro de mí que me decía que tenía que volver para cerrar círculos y para cerrar heridas porque me he currao mucho esas heridas en toda esa amplitud creativa que me daba la distancia.

Pero, desde que decidí volver, como que he ido sintiendo que los ciclos se iban cerrando de verdad. De repente de estar haciendo activismo en la calle en bolas en Valencia, a entrar en aulas y hacer talleres con chavales y chavales de 13 o de 14 años. El olor del instituto que es el mismo en todos los institutos, incluso 25 años después. Volver a esos contextos donde lo pasé tan mal…

Autorretrato Espe Moreno

Cuando volví e hice el blog Una bollo en el sur rural yo hablaba de la diáspora de regreso. Todo el tiempo he sentido que ha sido una huida. Huí entonces para marcharme, huí también de alguna manera cuando venía para acá. Supongo que huía de mí misma pero ha llegado un momento en que he empezado a sentir un poco más de paz interior.

P. Participaste en un proyecto pionero de kamasutra lésbico ¿Cómo surgió?

R. Hacer una web de kamasutra lésbico fue una idea original de Paloma Ruiz Román. Ella fue la directora de contenidos, elaboró toda la parte conceptual, dirigió las sesiones de foto y vídeo. Los años que yo gestioné y moderé el foro, ella ofreció ayuda psicológica a las usuarias on-line. Estamos hablando de 2004 a 2010. Mi co-autoría con la web, además del diseño web, los dibujos y la mayor parte de las fotos, se centró en la dirección artística del proyecto, y en la moderación del foro.

Luego vino el libro Tu Dedo Corazón. Soy la autora de las fotografías. También me encargué, en esto junto a Nieves (de Egales), del diseño y maquetación pero la que llevaba el bagaje conceptual era Paloma porque estaba haciendo un máster de género en la Universidad de Granada y tenía de profe a Remedios Zafra.

Como proyecto final para la asignatura de Remedios Zafra ella entregó una reflexión sobre  cómo la sexualidad lesbiana se construía desde la pornografía hecha para hombres y para excitación de hombres. Nuestros cuerpos quedaban excluidos cuando éramos las lesbianas las que tendríamos que hablar de lo que estaba pasando en nuestras vidas.

P. Paloma y tú erais amigas de la infancia, ¿no?

R. Sí, amigas del alma desde los siete años. Estudiamos las dos en San Vicente de Paúl en el colegio de monjas. Estábamos en los scouts juntas. Luego, en 2008, con la publicación de Tu dedo corazón. Ahí ya se acabo nuestro camino juntitas.

P. La web y el libro fueron un referente muy necesario cuando de la sexualidad entre mujeres apenas se hablaba.

R. Yo como mujer lesbiana no tenía referentes. Cuando nos enfrentamos a este proyecto fue precisamente por esto. Además, en los primeros años de la proliferación de internet, se suponía que ahí estaba todo. En los libros no había prácticamente nada y, cuando entrábamos en internet y buscábamos, sólo encontrábamos el sexo entre mujeres como una categoría de las páginas web porno. El sexo lésbico solo podía ser una de estas dos cosas en el imaginario colectivo: “sexo invisible”, porque sin pene no hay sexo; o una categoría del porno mainstream.

El kamasutra lésbico se convirtió en un espacio importantísimo para muchas mujeres, no sólo de España sino también de Latinoamérica. En el foro de kamasutra lésbico pasaron muchísimas cosas y se crearon muchísimas relaciones. Gente que se enamoró por la web y dejó su vida en México y se vino a España. Muchísimas experiencias, cambios de rumbo… Fue una catársis para muchas de nosotras. Parejas que surgieron de ahí en mi vida también personal y personas muy importantes en mi trayectoria vital.  

Existir existíamos y todas estábamos, la que más o la que menos, investigando a ver qué podíamos hacer en la cama pero no teníamos referentes visuales.

P: ¿Cuál fue el proceso creativo en las sesiones de fotos?

R. Cuando llegue al trabajo de Kamasutra lésbico yo ya tenía instalada un poco la conciencia feminista con respecto a las corporalidades: los cuerpos  que son legítimos y los que no. Llevaba ya mucho tiempo cuestionándome la dictadura estética de género y me atravesaba personalmente también porque mi físico no encajan esos patrones: soy bajita, regordeta, tengo el pecho muy grande. Muchos años luchando con mis complejos.

Una forma de trabajarme esos complejos fue a través del autorretrato y a partir de ahí empecé a reconciliarme con mi propio cuerpo. Fue una manera de transitar el hecho fotográfico desde detrás de la cámara hacia delante.

Si las mujeres a lo largo de la historia del arte hemos sido el objeto deseado -creado desde un sujeto que desea ese sujeto normalmente varón hetero y con posibilidades-, para mí era importante no solo ocupar el espacio como creadora de imágenes, sino reivindicar otro tipo de reproducciones del cuerpo femenino en el que yo para empezar yo me sentía más incluida.

Este trabajo personal ya había comenzao cuando llegó el proyecto del Kamasutra lésbico. Estamos hablando de los primeros autorretratos en el 2003 y además coincide que casualmente que gané un premio de fotografía así importantillo de Valencia precisamente con un autorretrato de desnudos.  Precisamente desde ahí es como abordo el trabajo fotográfico.

Reivindico que haya carne. Para mí era muy importante que las mujeres que estaban buscando información sobre la sexualidad lesbiana se encontraran con imágenes que realmente las representaran. Era muy importante que las chicas que posaran para la fotografía no tuvieran que mirar a cámara ni pensar en el objeto, ni pensarse como objeto pornográfico. Esto también viene todo atravesado con lecturas como La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas de Roman Gubern. Esta obra analiza el hecho de que las actrices son objetos que están ahí para consumo masculino. Por lo tanto, miran a cámara constantemente, sus sentimientos no importan y tiene que parecer que se lo pasan muy bien pero nunca se miran entre ellas, por ejemplo.

Era muy importante que las amigas que colaboraron y que participaron en las fotografías -tanto para el Kamasutra lésbico como para Tu dedo corazón– mostraran esa complicidad, esa intimidad. Que se miraran entre sí, que se comunicaran. Representar el placer por otro tipo de detalles más sutiles: la piel de gallina, el sudor, las marcas rojas en la piel de haberte estao agarrando o de la fricción.

P. Posteriormente realizaste el trabajo Cuerpos lesbianos en (la) red. De la representación de la Sexualidad lesbiana a la Postpornografía. Háblanos un poco de ello.

R. En Cuerpos lesbianos se transgrede algo que no había sucedido en los dos proyectos anteriores. Yo no quería representar sexo actuado. Quería registrar con la cámara el deseo de verdad y el sexo de verdad. Follaban de verdad y follaban con deseo, sensualidad, con afecto, con cariño. Era fotografía documental. De la otra manera sí que fue una fotografía más técnica, más pautada. Con un guión.

P. ¿Cómo viviste aquellos años que estuviste viviendo en Valencia?

R. En los primeros meses me llamó mucho la atención que la gente se fijara mucho en cómo yo hablaba pero no en qué decía. Me sentía como un muñequito de feria al que le echas unas moneditas a ver qué va a decir. Fue extraño. Domestiqué el acento también simplemente para ser entendida.

En la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia nos conocían como el clan andaluz porque además vivíamos todos juntos en diferentes pisos. Podíamos parecer un grupito del rollo Erasmus, pero a lo pobre. Viéndolo con distancia, creo que el moderneo valenciano nos ninguneaba. Yo me quedé, y empecé a construir mi familia desde la otredad.

Empezamos a hacer varios proyectos colectivos artísticos como andaluces en el exilio.

P.  Ya has contado algo sobre tu vuelta pero ¿cómo fue ese primer encuentro con la tierra?

R. Yo tenía muchas expectativas. La mayoría no se cumplieron. Cuando regresé y retomé el contacto de una manera diaria con la familia, me empecé a dar cuenta de que los sistemas familias a veces son castillos de naipes. Por lo menos en mi caso  fue así y  todo empezó a caerse y a desmoronarse. Casi 7 años después, el castillo de naipes sigue dando tumbos.

Por otro lado, aunque venía diciendo “no voy a ir de profeta en mi tierra porque en todas partes se aprende”, no era verdad. Venía con un rollo así un poco de superioridad norteña de Despeñaperros p`arriba. De “ah yo llevo muchos años fuera, he aprendido muchas cosas”… Es verdad que en todos esos años que estuve fuera sentía que aquí llegaban las cosas como uno o dos años después de lo que me estaba pasando allí. Eso hoy en día ha cambiado obviamente porque vivimos en el mundo global interconectado y esto ha ido creciendo a saco en los últimos años. Fueron muchos choques diferentes.

Otra cuestión fue que no regresé a Cádiz que, por muy pequeña que sea, es una ciudad y tiene un carácter urbano. De vivir en una ciudad con un millón de habitantes me fui a vivir a una casa en un pueblo de 30.000: Arcos de la Frontera. De lo urbano a lo rural.

He tardado años en resignificar muchas cosas. Y  costó también conquistar la casa donde iba a vivir. La casa estaba llena, llena de vida, llena de historia, llena de todo. Poco a poco he descubierto la historia de las personas que vivían aquí, le he ido poniendo nombre a muchas situaciones que he vivido y que me han conectado con mi identidad bruja. Esa conexión con mi identidad bruja me la ha dao la vuelta al sur. Todas las Espes: la del cole de monjas, la postpornopunk, la bruja, la hija de su madre… son importantes. Me han mantenido viva.

P. ¿Por qué aún tanta invisibilización de las vivencias de mujeres lesbianas?

R. En mi caso, he sentido el peso de la imposición de los cuidados y creo que me llegó por ser la única hija, pero también por el hecho de ser lesbiana y no tener una familia oficialmente constituida. No solo mi hermano dio por hecho que eso tenía que ser así cuando hubo que replegarse para cuidar de mi madre en un momento de crisis absoluta. Incluso en mi propio contexto me lo decían. Lo que me daba pánico era que si en ese momento no era capaz de mantenerme en el no ya nunca iba a poder decir que no.

Fue no tanto la invisibilidad sino ver cómo mi vida y mis horas valían menos porque no era madre, no era esposa de un hombre tampoco tenía entonces un puesto de trabajo que defender. De todas formas yo creo que si hubiera tenido un puesto de trabajo también me hubieran dicho “cógete una excedencia, cuida de mamá”.

A la que sí veo invisibilizada es a mi madre. Se ha vuelto invisible porque tiene demencia, porque es una anciana, porque ya es viuda, porque ya no tiene a nadie a quien cuidar y porque no puede. Tengo una lucha interna con el sentimiento de culpa: “qué hace mi madre en una residencia, por qué no me la he llevado a mi casa, hay que ver qué egoísta soy…”.

Desde marzo, con el confinamiento por la pandemia, la situación se ha ido haciendo cada vez más complicada. No hay día que no me enfrente conmigo para controlar el impulso de ir por ella, sacarla de ahí, y traerla debajo de mi ala. Si era difícil antes de la pandemia mantener a raya el sentimiento de culpa ahora es insufrible.

Por otra parte, me da mucha pena de todas las personas que han renunciado a ella porque se la están perdiendo y tiene momentos que son geniales. Lo que hace la sociedad con las mujeres que ya “no sirven” porque ya no pueden cuidar es muy fuerte.

Para mí no es una imposición. Cada vez que comparto tiempo con ella es un regalazo y una lección de vida porque hay momentos en los que salgo de la residencia, abro alguna red social y todo me parece absurdo. Es el mundo de las apariencias constantemente, el mundo del consumo, el mundo de la productividad. Incluso el mundo del entusiasmo. Un vacío brutal.

P. ¿Cómo se conjuga esto con el activismo? ¿Se ponen sobre la mesa estas partes de nuestras vidas?

R. El conflicto yo lo he  tenido mucho más dentro del movimiento por la diversidad sexual y lo he reclamao y he tirao mucho de las orejas de mis compañeros y lo digo en masculino genérico intencionadamente: “Espe que es que nosotros queremos hacer las cosas de manera paritaria pero es que si las lesbianas no se implican…”.

Las lesbianas somos mujeres y como mujeres tenemos realidades que vosotros no tenéis por mucho que forméis parte de un grupo oprimido por el hecho de ser hombres homosexuales. Eso no lo niego para nada pero también hay privilegios. Yo he tenido que dar muchos pasos atrás en el activismo porque no tengo tiempo.

Con el Orgullo Serrano ha pasao un poco. Fui una de las tres personas que creó esa iniciativa. Me lo he currao como una bestia durante cuatro ediciones durante la enfermedad de mi padre, con su muerte, con la enfermedad de mi madre, con todo. Contra viento y marea. En el momento en que yo ya suelto y digo “no puedo más justo” cuando la criatura está criá, casualmente llega el subidón del evento: convenios con Diputación, reportajes para RTVE, o en El País… Las personas que lo han organizado los últimos años son hombres cis y gais. Y en prensa llegaron a hablar del “Orgullo gay de la sierra”.  

A mí me ha producido un dolor enorme aunque me quedo con que mis dos compañeros con los que empezó todo siempre han reconocido mi trabajo y lo dicen cada vez que tienen la oportunidad. 

P. ¿Crees necesaria una unión más potente de mujeres lesbianas en Andalucía?

R. Lo veo muy complicado porque estamos muy dispersas pero me parece necesario. Ya no solo en Andalucía, en la provincia de Cádiz. Sabemos que somos un montón pero estamos dispersas. Necesitamos un espacio propio que nos de seguridad y que  nos permita crecer focalizando nuestras  necesidades y nuestras demandas. Nos diluimos en el movimiento feminista y nos diluimos en el movimiento LGBT+. Lo que sí tengo muy claro es que ese movimiento o ese  frente bollero andaluz se tiene que crear. Y no puede reducirse a un grupo de whatsapp.

(Adjuntamos la web de Cuerpos Disidentes de 2015 que está recogida en werarchive)

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Mar Gallego

Contaora. Felizmente Fracasada. https://www.instagram.com/margallegoes/