4 de Diciembre | Y Andalucía recuperó su voz
Por María Moya (In memoriam)
María Moya fue una escritora almeriene residente en Chiclana que me acogió en mi adolescencia en un grupo de poesía llamado Viento Sur. Con el tiempo, supe de nuevo de ella. Yo me encontraba buscando voces para que me contaran algo sobre Andalucía y me remitieron a ella. Éstos son extractos de lo que ella escribió en febrero de 2006. A mí me gusta pensar que le devuelvo con esto a ella un pedazo de lo que ella me dio. Su fe en mí y su apoyo en un entorno (el de la poesía) en el que a las niñas se nos hacía mucho menos caso. Así empezaba su artículo…
“Ciudadano andaluz:
Quien quiera que seas, ocupes el lugar que ocupes, solicitamos tu atención porque hay frente a tus ojos un espectáculo del que diariamente protestas y eres tú, sin duda, el principal colaborador de tus desdichas…”.
Así comienza un manifiesto de la Federación Autonomista de Municipios Andaluces, escrito en 1923, como consecuencia de la Asamblea de Córdoba donde se habían aprobado unas bases para el Estatuto Andaluz.
Han pasado ya setenta y tres años de ese movimiento y Andalucía ha continuado caminando en la conquista de su propia luz, después del largo eclipse de la Guerra Incivil, como la llamó Blas Infante, y el oscuro período del Franquismo. La búsqueda de su identidad en la transición democrática comenzó el 4 de Diciembre de 1977, fecha en que se declaró Día de Andalucía y que coincidió con el Aniversario de la Revolución de los Voluntarios de la Libertad de Cádiz (en 1868) capitaneada por Fermín Salvoechea. Ese día, una oleada de banderas y de entusiasmo inundó muchas de nuestras ciudades y pueblos.
Después de la Constitución del Estado Español en 1978, Andalucía vuelve a luchar para que renazca el Estatuto de Autonomía de 1933. Se enfrenta a la actitud del Gobierno Central (UCD) que concede a Cataluña, País Vasco y Galicia el acceso a su Autonomía por la Vía 151, vía que le niega a Andalucía, que deberá acceder por la Vía 143, que se reducía a una simple descentralización administrativa. Corría el año 1980 y el Gobierno propiciaba toda clase de obstáculos para nuestro Referéndum. Redujo el tiempo de propaganda, aconsejó la abstención y entregó ciento veinticinco millones para la campaña (menos de la mitad que al pueblo catalán y vasco) y redactó una pregunta farragosa, dificilísima de entender para quien no fuera Catedrático de Derecho.
[bctt tweet=”Un 4 de diciembre #Andalucía se enfrentó en la calles a un Gobierno Central que que no quería que ostentara la misma autonomía que Cataluña, País Vasco y Galicia. El pueblo andaluz se negó a ocupar una mera descentralización administrativa. ” username=”feminismandaluz”]
Pero todo fue inútil. Clavero Arévalo dimitió como Ministro de Cultura, Rafael Escudero se sometió a una huelga de hambre durante tres días impactando a España y a otros países. Y el pueblo andaluz reaccionó y se consiguió vencer la discriminación manipuladora. El 28 de febrero marcó el comienzo de algo distinto y digno. Nuestra bandera, símbolo de una llamada a la paz y a la esperanza, ondeó con orgullo. Andalucía sigue viva. Sueña con la filosofía que nos regalaron los griegos, los caminos trazados por los romanos, el susurro de la sabiduría judía, la sensibilidad de los árabes, despierta en sus jardines y en su música… Sueña con su herencia.
Habrá que rentabilizar ese sueño para encarar la realidad de cada día: somos estupendos, pero Andalucía es el reino de las multinacionales, su productividad crece la mitad que la del resto del estado Español, el SAS no mejora sus contratos basura, el precio de los alquileres no se atiene a la ralentización estatal, la enseñanza soporta carencias incomprensibles y el 48% de los niños con diversidad funcional no acaba la Enseñanza Primaria. Tratan de alegrarnos con la discutible ayuda de la Unión Europea, la provincia de Cádiz está a la cabeza en el número de gente que vive en situación de pobreza…
Es hora de enarbolar la bandera del compromiso auténtico, no de adormecer voluntades con fuegos de artificio. Antes de jugar con la Fábula de la Tercera Modernización, sería conveniente superar la primera, a ser posible, al ritmo de una canción de Carlos Cano.
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