Un espacio-tiempo feminista

Progreso. Acción de ir hacia adelante.

La almeriense María no pudo ser una mujer adelantada a su tiempo. Nació durante la dictadura franquista y eran las mujeres del pasado (las republicanas) las referentes de su futuro. Ella, analfabeta y curiosa, siempre anheló las historias de los libros e imaginaba el contenido de esas páginas indescifrables mirando, desde lejos, sus cubiertas aristocráticas e inaccesibles. Si el tiempo hubiera sido un poco más generoso. Sólo un poco más… María hubiera podido ser una mujer del futuro. Sólo si hubiera nacido años atrás.

Nuestra forma de habitar el espacio-tiempo no escapa a la hegemonía. Desde un posicionamiento, la mayoría de veces inconsciente, buscamos un país feminista que siempre es futuro. Tenemos la osadía de vestirlo a nuestra imagen y semejanza. De dotarlo de nuestra idea particular de Justicia, Verdad, Equidad…

Las realidades de los asfaltos pasados y presentes casi siempre nos parecen “imperfectas” y poco ideales. No parecen tener cabida en nuestras ensoñaciones. Son escollos en el imaginario perfecto. Algo a superar en nuestros ecosistemas secuestrados por la palabra “progreso”.

¿Nos hemos planteado como María si muchas de las mujeres que podrían enseñarnos cómo llegar a ese futuro anhelado pudieran estar en “el pasado”?

“La vulnerabilidad y la interdependencia son mi bandera”. ¡Consigue tus postales molonas! Haz CLICK EN LA IMAGEN

Algunas hemos construido incluso un ideal de mujer adelantada a su tiempo bajo esa ideas de progreso y avance que nunca cuestionamos. Hay quien ha escarbado en el pasado para hacer genealogía únicamente con ellas: con “las adelantadas” que son las que más se acercan “a las de ahora”.

Si cerramos los ojos y pedimos a nuestra mente que nos dibuje a esa mujer del futuro, nos daremos cuenta de que no se parecen en nada a quienes hemos tenido cerca las que crecimos entre delantales, productos de limpieza y callejuelas.

La mujer adelantada a su tiempo se parece más a un personaje de Mary Poppins (inglés y burgués) que a nuestras ancestras que —aun existiendo— nunca les damos la oportunidad de ser mujeres ni de su tiempo. Cosas de las revoluciones industriales. Cosas del progreso.

La mujer adelantada a su tiempo se parece más a un personaje de Mary Poppins que a nuestras ancestras que -aun existiendo- nunca son de su tiempo. Clic para tuitear

Si quieres adquirirlo, solo tienes que hacer click en esta imagen.

A la gente mayor les decimos “en tu época…” como si su época no fuera también ésta, por si acaso dicen algo que conecte la ficción de los diferentes espacios-tiempo. O por si acaso despertamos a la realidad y nos damos cuenta de que nuestro futuro es precisamente el suyo. Lo tenemos en las narices. No hace falta buscarlo en mundos imaginarios: seremos como son las mayores. Ése es nuestro único destino seguro.

La infantilización del pasado

Mi experiencia vital es que pasado, presente y futuro no están tan desconectados. Es más, forman parte de una misma cosa. Somos los dolores no resueltos de nuestras historias familiares. Cargamos con violencias que nos están diciendo que en el pasado hay una huella importante que nos quiere decir algo.

Somos los dolores no resueltos de nuestras historias familiares. Cargamos con violencias que nos están diciendo que en el pasado hay una huella importante que nos quiere decir algo. Clic para tuitear

Dejar de ignorarlo y mirar que lo que yo soy también está detrás me ha ayudado a saber quién soy y a poner nombre a muchas cosas. También a valorar el pasado porque lo cierto es que, en nuestra arrogancia presente creemos que absolutamente nada del pasado es rescatable. Ni “cualquier tiempo pasado fue mejor” ni esta desmemoria. Por favor…

Una de las cuestiones que más me ha ayudado a poner en tela de juicio de capitalismo, el heteropatriarcado, el colonialismo y sus diferentes tentáculos ha sido cuestionar ese movimiento hacia adelante que se nos impone como progreso. Entender que en el pasado hay aprendizajes, mucho que reciclar y que el avance por el avance no debería ser ninguna meta humana. Preguntarnos qué nos ayuda a vivir sí. Preguntarnos qué nos ayuda y qué sirve para la construcción de nuevos paradigmas para la vida (porque hemos llamado vida al sinvivir) sí.

Despreciamos el pasado reiteradamente y cometemos un acto de reduccionismo total cuando afirmamos que las ideologías más reaccionarias son una vuelta al pasado cuando también aquello que hemos llamado avance nos ha traído una idea civilizatoria de metas imposibles y raciocinios de soledades e individualismos extremos. Quienes pedimos un poco de pare y un poco de memoria no estamos reivindicando la barbarie. Un poquito de amplitud. Un poquito de menos polaridad a la hora de abordar la vida, por favor. Estamos pidiendo aprender, revisar y tener memoria. Estamos pidiendo recuperar lo que sirvió.

Despreciamos, como dijo, el pasado y a quienes lo habitaron y desdibujamos su existencia como cuando desdibujamos nuestras infancias.

Dejar de ignorarlo y mirar que lo que yo soy también está detrás de mí, me ha ayudado a poner nombre a muchas cosas. Clic para tuitear

Bajo esta extraña forma de habitar el espacio-tiempo, infantilizamos a quienes estaban antes que nosotras. Hablamos a las mayores como si fueran niñas y les quitamos la mayoría de edad que nos parece tan importante en otros esquemas. No sólo porque sus cuerpos sean leídos como inservibles sino porque, entendemos, sus vidas pertenecen al pasado. Lo que infantilizamos constantemente es el pasado.

La pensadora afroestadounidense Audre Lorde (a la que constantemente venero) relacionaba este desprecio por el “pasado” con el edadismo. Hablaba de brecha generacional y decía que “esto provoca una amnesia histórica que nos mantiene ocupados en inventar la rueda cada vez que queremos ir a la panadería. Nos descubrimos repitiendo y reaprendiendo una y otra vez las mismas viejas lecciones que ya asimilaron  nuestras madres, puesto que no transmitimos nuestra sabiduría o no somos capaces de escuchar Por poner un caso, ¿cuántas veces se ha dicho todo esto antes?”.

Bajo esta forma de habitar el espacio-tiempo, infantilizamos a quienes estaban antes que nosotras. Hablamos a las mayores como si fueran niñas y les quitamos la mayoría de edad. Clic para tuitear

He estado pensando mucho en que, desde los feminismos, sería muy liberador generar otra forma de habitar y entender el espacio-tiempo. Hay tanta sabiduría detrás de nosotras que, más importante que mirar hacia adelante, el gesto del “progreso” podría ser el de mirar atrás. Revisar ya merecería mucho la pena.

Sería muy liberador generar desde los feminismos otra forma de habitar y entender el espacio-tiempo. Clic para tuitear

Relacionar proyectos de buen vivir con el movimiento hacia adelante se parece mucho a la carrera capitalista en la que estamos inmersas. Hablar, por otra parte, de tradiciones como patrimonio exclusivo de las derechas también me resulta reduccionista. Una tradición no necesariamente tiene que ser un dogma machisma. Tradición es, muchas veces, legados con cosmovisiones y lenguajes propios que resisten a lo hegemónico. Que se transmiten con cuidaíto y memoria.

No entiendo por qué, quienes estamos del lado de la realidad cuestionando las violencias estructurales, tenemos que experimentar esas pérdidas y esos duelos de manera constante. Pérdidas de términos que también son nuestros: nos pertenecen.

Prefiero un feminismo con memoria que un feminismo progresista porque la palabra “progreso” (y su origen) no puedo dejar de relacionarla con una idea de avance sin miramientos que nos está costando la vida. Una teoría evolutiva que no cuestiona el paradigma de destrozo al que hemos lalmado “avance” a niveles humanos y ecosistémicos.

Prefiero la pausa reflexiva y cuestionar el movimiento hacia delante. Cuestionarlo, de hecho, todo. Porque nos va a costar entrar en paradigmas distintos con estas polaridades a cuestas. Con esta vertiginosa huida hacia delante. Para vivir mejor, muchas veces, hay que saber parar. Hay que dejar de avanzar. Dejar de ver en la revisión del pasado “un atraso”.

Hay que cosas “atrás” que ayudan a vivir. Que nos sirven. Retroceder no siempre es malo. Avanzar no siempre es deseable. Construir desde un paradigma vital feminista implica, a menudo, un movimiento constante entre atrás y adelante.

Mar Gallego

Contaora. Felizmente Fracasada. https://www.instagram.com/margallegoes/