ENTREVISTA “El empoderamiento feminista te lleva al tú puedes con tó”. Carmela Borrego Castellano

A Carmela Borrego algunas compañeras andaluzas la llamamos “Candela” aunque éste no sea su nombre. Esta bailaora estepeña de orígenes humildes, hija del trabajo duro de las mujeres de su pueblo, de los mantecaos, los silencios y los golpes de salmorejho majhao, acaba de publicar precisamente un fanzine bajo este nombre.  Con ella nos hemos pegao unas dos horas de charlita para hablar de precariedad, idas y venidas y de esta publicación que Borrego ha realizao pa quitarse una espinilla que tenía clavá en el alma: resarcirse de un proceso de violencia académica que vivenció en Barcelona tras la presentación de su trabajo sobre feminismo andaluz en el Máster que cursaba. Ahora, después de procesarlo, ha querío sacarlo tó en esta pequeña gran muestra de historias que giran alrededor de la pregunta del feminismo andaluz.

P. Con un artículo titulado “Por mis muertas” comienzas el fanzine número 1 (el cero se publicó hace tiempo) de Salmorejho Majhao. Para que te conozcamos mejor, ¿quién es Carmela Borrego Castellano?

R. Me cuesta mucho decirlo porque estoy en un proceso de colocarme, de poner en valor las cosas que he hecho. Podría decir que soy una mujer andaluza y flamenca que está intentando aprender a colocarse en el mundo sin juicios hacia sí misma y que quiere legitimar los conocimientos que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida.

Estudié farmacia y luego hice un máster de cooperación y, más tarde, uno de igualdad de género y feminismo en la Universidad de Barcelona. También he estado impartiendo talleres sobre salud y conocimiento colectivo: saberes comunitarios enfocados al feminismo y salud afectivo-sexual. Creo que digo todo esto pa ponerlo en valor, porque a veces me cuesta.

Soy bailaora pero, por razones económicas, no me dedico actualmente a ello. Me siento en una dualidad: por una lao soy profesional de un montón de cosas y luego soy una bailaora que no ha acabao profesionalizándose a causa de la gentrificación flamenca que hay en este territorio: cada vez las clases son más caras, etc.

Borrego en la presentación del fanzine en Estepa.

P. Cuéntame un poco de tus referentes feministas cercanos. ¿Qué has aprendido de ellos?

R. La primera vez que pensé en feminismo como algo más político fue cuando estaba en México. Ahí lo empecé a entender porque siempre había sentío el feminismo como algo alejao de lo que yo era. Era feminista pero no encajaba en los espacios politizaos. Cuando estuve viviendo en México, me di cuenta de que yo y mi historia de vida también tenían cosas que aportar. Las primeras mujeres que me enseñaron feminismo fueron las mexicanas con las que estuve trabajando en el Observatorio de la violencia de género. Allí ya empezaban a hablar de feminismo decolonial. A pesar de que yo no considere que hago feminismo decolonial, éste me hizo entender que habían otras formas de conocer el feminismo y eso me hizo pensar en otra realidad diferente a la de estar en una asamblea de izquierda anarquista…

[bctt tweet=”Existe una gentrificación flamenca en Andalucía: cada vez las clases son más caras…” username=”feminismandaluz”]

Por ejemplo, estas mujeres me hicieron ver que mi profesora de flamenco, la Tani, me había enseñado mucho.

P. ¿Qué dirías que te enseñó la Tani?

R. Pues mira. Yo me acuerdo cuando yo me estaba yendo a México. Acababa de salir de una situación muy chunga. Tenía que hacer un baile pero estaba derrumbaísima porque no entendía cómo yo (creyéndome tan feminista) había permitió tantas cosas que ahora nombro como violencia.

Los bailes flamencos,  los bailes en general, te acaban enfrentando a ti misma. Acabé llorando y Tani me cogió de la mano y me dijo “baila porque, si no, te vas a arrepentir y da igual arrepentirse pero, por lo menos, pon en valor tu vida”.

Ese tipo de cosas que ella hacía como parar una clase y decirte “qué ocurre”, me decían que no pasa nada si de pronto te caes un día.

P. Tuviste que ir fuera para darte cuenta de lo que habías tenido cerca. Es una historia que se repite en mucha gente. En tu caso, ¿por qué crees que no verbalizaste en el estado español que el flamenco también tenía que ver con el feminismo?

R. Entendí que era andaluza o lo que conlleva ser andaluza cuando me fui de Andalucía. Empecé a sentir malestares que no tenían nombre ni palabras. Yo lo siento cuando bailo: cuando el cuerpo se me para es que algo está mal; pero tú sigues, sigues, sigues…

En los espacios asamblearios me sentía dentro y fuera a la vez porque mis malestares como migrada andaluza no se entendían. Las migraciones internas no son las mismas que las externas pero yo iba a los espacios a crear redes y las andaluzas acabábamos creando pequeños guetos. Eso ocurre todavía. Mis amigas de Barcelona son casi todas andaluzas o asturianas.

Sin embargo, en ese contexto, no encontré ninguna palabra para ponerle a lo que me pasaba. Creo que porque el feminismo del estado español está muy centrao en la mente. En México se habla del cuerpo. Cuando volví y llegué a Barcelona,  me apunté a un máster sobre feminismo y ahí empecé a darme cuenta de que el feminismo está sesgao y que hay muchas partes del feminismo en las que yo no entro y en las que, incluso, soy cuestionada.

[bctt tweet=”En los espacios asamblearios me sentía dentro y fuera a la vez porque mis malestares como migrada andaluza no se entendían.” username=”feminismandaluz”]

P. Acabas de publicar un fanzine que se llama Salmorejho Majhao. ¿Por qué ese nombre?

R. Salmorejho majhao es algo que se hace en mi pueblo, Estepa. Nos vamos con toa la familia a la sierra cuando hace buen tiempo y con un mortero de madera grande majhamos un salmorejho. Aquello se convierte en espacio de diálogo. Cuando hablo con mis amigas sobre cómo se hace un salmorejho toas me dicen: “al samorejho se le echa esto o lo otro…”. Yo pienso que tú tienes tu salmorejho, la otra el suyo… Es la misma receta pero sabe y se hace de manera diferente, como el feminismo. El feminismo es una receta que se está construyendo continuamente, pero hay gente que le da más importancia a una cosa que a otra.

En mi pueblo esta costumbre se está perdiendo pero se hacía mucho en memoria a  algo: no se sabe qué. Comíamos del mismo plato mojando sopa. Cuando estuve en Marruecos vi que allí también se comía del mismo plato, pero eso se hace en mi casa cuando no hay gente de fuera. Si hay, se cogen los cubiertos. Hay un adentro y un afuera.

P. ¿Cuál es el objetivo del fanzine, qué podemos encontrar en él?

R. Salmorejho majhao es el proyecto final de mi TFM (trabajo final de máster). Para mí era importante poner Andalucía en el centro. Me dijeron que hiciera un trabajo sobre mi madre y mi abuela y sentí que me faltaba contexto hasta que conocí este proyecto (Como vaya yo y lo encuentre) y te escribí y fue como “vale, hay alguien que está nombrando esto”. Yo me sentía super loca porque esto lo verbalizaba tó el rato pero, al no haber visto nada escrito hasta entonces, sentí que se me iba un poco la olla. También a causa de esta vivencia que hay en el feminismo de “a ver quién está más oprimida”… De hecho, cuando verbalizaba esto daba la sensación de que me quería colocar como una mujer racializada, simplemente por defender que había cosas que no se estaban nombrando. Y no es así, solo quería nombrar algunas cosas que yo creía importantes para mi en el feminismo.

La pregunta que me hacía en el TFM era por qué las mujeres andaluzas o cierto sector de Andalucía está necesitando nombrar territorio andaluz para poder en valor las reivindicaciones. Realicé una investigación narrativo-visual que se hace a través de imágenes preguntando a las participantes cuáles eran sus referente y por qué.

Ya el fanzine nació en un diálogo con mi amigo Franco Moragues que es un compañere de mi máster que ha estudiado Bellas Artes y con Marta B. Egea (que es psicóloga).  Me sugirieron este formato como producto final de la tesina y para poder sacar algo fuera de la academia. Salió Salmorejho majhao 0 (proyecto piloto) y el uno nace porque ocurrieron ciertas cosas en la defensa de mi TFM. Fue como una venganza (así en plan cachondeo). Y es que cierto sector de la academia considera que este trabajo no es necesario y de hecho están intentando que salga de la academia, pero tenemos otras herramientas.

P. ¿Qué pasó exactamente en tu defensa?

R. Debió haber sido un día de alegría y ocurrió todo lo contrario. Sabía que me iban a hacer la típica pregunta “por qué feminismo andaluz y no feminismo en Andalucía o desde Andalucía” que era una pregunta que yo me hacía en el TFM. Yo no la contestaba, sino que generaba un diálogo de saberes entre las participantes.

Pero claro, cuando llegué allí, una señora se sintió muy interpelada y me colocó en una situación de víctima que no esperaba porque se supone que el feminismo es un sitio de liberación. Se supone que en un espacio feminista no tienes que estar con la armadura puesta o a la defensiva. No estaba preparada para la violencia que se produjo. Esperaba críticas pero constructivas, pero no una destrucción. Además, no hubo sólo violencia hacia mí: mi compañera de clase habló de mujeres defensoras de la tierra y también sufrió violencia aunque esta vez más políticamente correcta.

Entre lo que ocurrió, me llegó a decir que ella no quería leer mi trabajo y que cuando empezó a leerlo, le entraron ganas de romperlo. Dijo que yo no me había leído a quienes conformaban mi marco teórico, criticó de manera sutil a mi tutora, negó mi conocimiento situado… Me dijo que lo que yo estaba narrando no era verdad, que la identidad charnega no existe y que si quería ella me daba una vuelta por barrios periféricos (cuando yo vivía en uno de ellos) para que me diera cuenta que lo que yo contaba era mentira. El charneguismo en Cataluña es una fisura por donde cuestionar cosas. Abre fisuras y a mí me interesan las fisuras y, por eso, lo nombré.

[bctt tweet=”Me llegó a decir que ella no quería leer mi trabajo sobre feminismo andaluz y que cuando empezó a leerlo, le entraron ganas de romperlo.” username=”feminismandaluz”]

Me dijo que no podía aprobar sobre todo por lo que estaba pasando con los políticos que estaban mintiendo sobre su máster, que ella no podía poner esa firma en un trabajo académico que no tiene rigor, etc.

P. Habían más personas en el tribunal…

R. Fue una sola la que me dijo todo aquello. Ha sido un proceso bastante duro pa mí porque, mientras decía todo esto, detrás de mí había fotos de gente que yo quiero y gente que yo admiro. No sólo me negó a mí, negó a la gente que estaba también en ese trabajo.

[bctt tweet=”El charneguismo en Cataluña es una fisura por donde cuestionar cosas.” username=”feminismandaluz”]

Luego, la coordinación de ese máster no nos apoyó, de hecho nos engañó a mi compañera y a mí que queríamos pedir la revisión: que si queríamos pedir una revisión que tuviéramos en cuenta que el profesorado estaban hasta arriba de trabajo y que podían ponernos menos nota. Y luego me enteré de que no te pueden bajar la nota. Aprobé por el resto del tribunal.

Me dijo que el feminismo romaní gitano y el andaluz no eran necesarios, que ya había un feminismo… No son cosas tampoco nuevas, lo que pasa es que allí lo encarné y encarnarlo no es lo mismo que leerlo en un artículo.

P. ¿Qué puedes contar con respecto a violencias que pudiste vivenciar en Barcelona?

R. Un día me dijeron “y tu siendo feminista cómo puedes estar con un andaluz? Es que los hombres andaluces son así como muy gitanos, muy moros…”. “Como puedes bailar flamenco siendo feminista”.

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P. Cayendo también en racismo, islamofobia, etc…

R. Sí. Además esto también me ha pasado en el baile. Haciendo un paso de bulería super básico me han dicho: “hazlo un poco más suave que estás bailando muy gitano”. A ver… es que el flamenco es gitano.

A una amiga andaluza de mi máster le preguntaron si hablaba inglés y ella dijo que más o menos. A lo que la profesora contestó: “es que los andaluces, ya se sabe que con el inglés…”. En otra asignatura nombré Cádiz y la profesora habló de que en Cádiz  la gente vivía mucho de las ayudas. Yo pensaba: “¿de verdad estamos hablando de capitalismo?”. Habrá quien diga que llamarlo violencia es demasiado. Llámalo como quieras.

En el artículo que escribo en Salmorejho Majhao 1 digo que la andaluz puede bailar pero no puede hablar de su baile.

También está el estereotipo de que los andaluces somos muy exageraos y cuando nombras algo que te resulta violento o que tiene un sesgo clasista, eres una exagerá porque tú todo lo vivencias de la visceralidad. Y ¿qué pasa? La visceralidad es importante.

Las mujeres que participaban en la tesina expusieron como referente a la Paquera de Jerez o Lola Flores. Me dijeron que no podían ser referentes de nada.

P. Negar la violencia.

R. Sí. Aunque muchas veces creo que se usa el feminismo andaluz para eludir privilegios. Yo misma lo he hecho. Por ejemplo, leyendo cosas escritas que colocan al feminismo andaluz como un feminismo decolonial. Yo, por ejemplo, en mi TFM decía que el feminismo andaluz no era un feminismo decolonial, que podía colocarse como aliado de otras luchas políticas si a esas personas les apetece. Me da miedo que el feminismo andaluz se convierta en otra etiqueta más que no se autocuestione. No digo que no lo esté haciendo.

A mí me parece que el feminismo andaluz es un punto de fuga.

P. ¿Qué contenido podemos encontrar en el fanzine?

R. Está mi artículo titulado “Por mis muertas” que habla sobre la violencia que ocurrió en la defensa de mi TFM. Sra. Preformer también está presente en el fanzine hablando sobre cómo se construye el pueblo andaluz y qué es dentro y fuera. También hay una chica que fue a una presentación de tu proyecto -Como vaya yo y lo encuentre- y cuenta que en aquella presentación se le abrió un lugar donde no había podido verbalizar nunca.

Luego está Aitana de los Reyes que  es una mujer gitana bailaora y que hace una reivindicación de lo gitano andaluz dentro del feminismo andaluz. Hay un artículo de una persona afro que quiere ser anónima que tiene una perspectiva que me parece muy interesante sobre el tema.

El fanzine tiene además la crónica del 15 de enero de las mujeres de la plataforma feminista de mi pueblo que supuso un hito aquí con 45 mujeres que vinieron a Sevilla a decirle al gobierno “Stop violencia”. Se pregunta qué supone para una mujer rural irse a una manifestación desde su lugar. Y hay más contenidos. Éste es el índice.

P. ¿Dónde se puede conseguir?

R. He abierto una iniciativa que se llama La Candela Laboratoria de Saberes porque tenía la sensación de que los talleres sobre salud comunitaria y colectivización de saberes que realizo se quedaban muy dispersos. Si me escriben al Facebook del proyecto, yo les informo sobre el envío del fanzine. Hay algunos puntos de venta también, en las redes lo voy informando todo.

P. Ya llevas un tiempo en Andalucía. ¿Qué confrontaciones tuviste al volver después de haber estado tanto tiempo fuera?

R. Volver a entrar en las dinámicas de aquí, también por haber estado viviendo en una ciudad tan grande como Barcelona, con un ritmo muy rápido. Sevilla es ciudad pero te deja tiempo para hacer más cosas. Se produce una confrontación contigo misma y con todo lo que has dejado. Con ese tú que fuiste… Tú eres otra pero todo el mundo tiene en el imaginario de tu yo de antes.

También la precariedad es algo que me está costando porque en Barcelona no me faltaba el trabajo y allí no sentí que me pudiera quedar sin dinero para comer. Me he pegado un choquetazo fuerte porque la precariedad es mayor de lo que recordaba.

Por otra parte, el desarraigo que se da cuando llevas tiempo fuera y de repente mucha gente ya se ha ido y tú no tienes un vínculo como otra gente. Pero también hay cosas muy guays como conocer a gente que está volviendo también o encontrar a gente con la que mirarte en tu propio pueblo; o vivir con tu hermana de 17 años su proceso de creación de identidad. Sentir que estaba perdiendo algo de mi hermana y que ahora lo vuelvo a tener.

P. Hablamos mucho de precariedad en general pero tengo la sensación de que muchas prácticas precarias no las identificamos como tal. A veces creo que dentro de los mismos feminismos se hacen prácticas que nos precarizan y no las vemos porque de alguna forma lo hemos asumido…

R. Yo creo que no hay un contexto que defina la precariedad: parece que la precariedad existe en sitios donde no estamos nosotras. Otra cosa que no estamos planteando es qué le ocurre a un cuerpo precario. Hay estudios con millones de números pero qué le ocurre a un cuerpo precario desde su voz de precariedad.

Otra cosa es lo que dices de los trabajos que hacemos en espacios feministas. A mí me pasa que yo los asumo porque me gusta y parece que trabajar tiene que estar asociado a que no disfrutes. Entonces precarizas y te precarizan y te precarizas y “te permites” esa precariedad. Y luego hay gente que se está aprovechando de tu trabajo y está cobrando bajo tus conocimientos o que creen que por haber puesto en marcha una iniciativa te puedes mover a cualquier sitio a hacer una charla.

[bctt tweet=”Parece que la precariedad existe en sitios donde no estamos nosotras” username=”feminismandaluz”]

Se da un cóctel de cosas que, cuando te caen encima, generan algo viscoso y no te lo puedes quitar de encima aunque crees que sí porque estamos construidas del neoliberalismo Mr. Wonderfull. Pero te dices “no estoy haciendo lo suficiente”. Además, en Andalucía esa viscosidad es más densa y está más extendía. Cuando menos te lo esperas has caído en eso y es difícil salir porque no eres tú, es el entorno que ya es viscoso.

Yo pienso en mi madre que trabaja en los mantecaos y me pienso a mí y digo “pero cómo voy yo a hablar de precariedad si mi madre está ahí y además se ha precarizao para que yo no sea precaria. La andaluzas que hemos estudiao y no hemos cumplido las expectativas sentimos culpabilidad por toda la precariedad de la familia. No digo que esperen eso pero sí hay algo que yo siento como “¡ostia!”… Cuando somos licenciadas, parece que no podemos hablar de precariedad.

Por otra parte, poner en ranking la precariedad es un error. Por ejemplo, En Pikara sacaron un artículo de mujeres sin hogar en el que se dice que las mujeres sin hogar no ocupan el espacio de la misma forma  y que hay un ideario de estar en la calle que no acoge a las mujeres: hay mujeres que están en el sofá de su madre y eso es estar sin hogar. Una mujer interna ¿no es una persona sin hogar?

Andalucía sigue siendo el punto de fuga del estado español para hablar de precariedad. Yo vivo en Sevilla. Sevilla es una ciudad de moda ahora pero la gente trabaja en hostelería en situaciones de precariedad muy fuertes. Yo he trabajado en hostelería en Menorca y vives muy bien. No es casualidad que la gente se vaya a hacer temporadas.

Hay que salir de la dinámicas porque el empodérate feminista te lleva al tú puedes con tó. Y eso no es cierto. La precariedad es colectiva y hasta que no haya un cambio colectivo no vamos a salir de ella.

P. Hablemos un poco de Peineta revuelta, un proyecto que tienes junto a Noelia Cortés. ¿Cuál es el objetivo del proyecto?

R. Los objetivos están claros pero no sabemos cómo llevarlos a cabo ahora mismo porque estamos saturadas y tenemos una vida en paralelo. Pero bueno, Peineta Revuelta nació para poner en tensión proyectos musicales que desgitanizan el flamenco y borran el territorio donde se creó. Para darle un poco contexto político e histórico y abordar el conocimiento que tiene el flamenco dentro de una tierra concreta y de unos pueblos concretos. Pone en valor el flamenco como un espacio de resistencia, haciendo un cuestionamiento a lo que se considera lucha política. También pone en tensión al feminismo andaluz.

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Noelia es gitana y yo paya y eso ha hecho que yo encuentre en el proyecto un espacio para hacer autocrítica y para saber qué cosas puedo nombrar y qué cosas no. Poder tener un espacio de diálogo y reflexión.

Fue innovador en un momento porque nombró algo que mucha gente estábamos pensando. Sin embargo, cuando hacemos crítica constructiva hacia el sistema, nos suben los seguidores y los haters. Sin embargo, cuando hablamos de saberes ancestrales del flamenco o nombramos a mujeres que no están de moda como Lela Soto o a personas no binarias que hacen flamenco, no ocurre lo mismo. En una entrevista que nos hicieron nos hacían una pregunta: “¿qué consideráis antigitano?”. Dijimos que la pregunta en sí era antigitana. Además solo nos pre

guntaban por temas que generan controversia. Es antigitano el acto de preguntar por ello únicamente cuando hay un contexto concreto de confrontación; en vez de preguntarnos “¿qué hacéis en Peineta?”.

P. En breve impartirás un taller en La Medusa Colectiva para repensar la ginecología desde una mirada crítica. Cuéntanos un poco cómo es tu trabajo en este campo?

R. Esto es a lo que intento dedicarme pa comer, más allá de los proyectos de activismo que llevo palante. Se trata de hacer un cuestionamiento a la salud occidentalizada y poner sobre la mesa que su sistema sanitario ha negado los saberes a los cuerpos y a la diversidad cultural. El saber puede partir de la propia persona y podemos crear así un pensamiento colectivo en torno a temas como la ginecología, que se convirtió en un elemento que disciplina el cuerpo, que adoctrina y oprime. Desde ese cuestionamiento, mi trabajo es crear espacios de diálogo para que la ciencia médica sea una construcción colectiva más allá del proceso cuerpo-mente.

Poner sobre la mesa las emociones, la espiritualidad y el relato propio.

P. Muchas gracias Carmela.

R. Por justicia social, gracias a ti.

 

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Mar Gallego

Contaora. Felizmente Fracasada. https://www.instagram.com/margallegoes/