Andaluzofobia poética
La #ANDALUZOFOBIA #ANDALUFOBIA o el #ANTIANDALUCISMO ha sido un fenómeno desarrollado históricamente para despreciar y estigmatizar el pueblo andaluz y sus manifestaciones sociales y culturales. Partiendo de la base de que las personas arrastramos todo aquello que se quedó incrustado en el pensamiento colectivo, tras leer estos textos, muchas personas entenderán parte del origen (silenciado) de sus ausencia de autoestima o de sus dificultad al enfrentarse al mundo en otras latitudes. Otras latitudes mucho más seguras de sí mismas, menos manchadas por el halo de inutilidad que envuelve al pueblo andaluz que tiene que estar demostrando constantemente su valía o defendiendo la diversidad de su cultura ante quienes sólo ven en ella pereza, suciedad, formas inferiores… Sería genial empezar a asumir que quienes guardan mayor seguridad tienen tras de sí relatos que impulsaron esa sensación o certeza.
Vamos con los textos…
EUGENIO NOEL (1885-1936) escritor madrileño. “El pueblo andaluz es un pueblo macerado e irredento. Primera materia admirable de pueblo, pronto a la asimilación, heredero de ilustraciones y civilizaciones que influyeron en el universo, ha dejado hacer al clima y al cacique, y hoy es víctima de los dos. Lo sabe, y se defiende con la ironía, que el sol dora con el resplandor fugitivo de la gracia. Al latifundio no opone una sublevación de campesinos: se contenta quemando la paja de una era, algunas avanzadas de cereales o parcelas de montes.
Al cacique no sabe vencerle sino con su torero. Pocos han pensado que la raíz más fuerte de la idolatría taurómaca en el pueblo andaluz no es valor o la elegancia o la destreza, sino la visión deslumbradora de un pobre hijo de sus entrañas, ayer golfillo, polvo, nada, que con su voluntad y por solo su esfuerzo se eleva con increíble rapidez nada menos que a tirano de ese cacique, a igual, casándose con sus hijas, paseando en sus coches, comprándole sus cortijos, en cuyos umbrales, y como un perro, durmió cuando el duro aprendizaje de las capeas, venciéndole en su terreno, de poder a poder. Se satisface con poco. El sol le da una vida falsa, luz, colores, alcohol, gazpacho; su imaginación suple lo demás. No conoce el valor del claroscuro, el término medio, las tintas que dan relieve o difuminan. Vive de sobresaltos, de primeras impresiones, de corazonadas, de arrebatos devoradores, que terminan en súplicas cobardes y lastimeras.”
[De Señoritos chulos, fenómenos, gitanos y flamencos]. Fijaos en la estigmatización junto a la del pueblo gitano andaluz.
HENRY DAVID INGLIS (1795-1835) fue un escritor de viajes escocés y periodista. “Una de las diferencias más perceptibles entre Madrid y Sevilla es la cantidad de individuos andrajosos y pordioseros que se ven en la segunda. Por otro lado, ¡es tan fácil vivir en Andalucía”; dad a cualquier vago zarrapastroso un bollo de pan, y en un instante habrá hecho un agujero en el centro, habrá mendigado un poco de aceite, que nadie le niega, y echándolo en el boquete, empezará a cortar rebanadas y a mojarlas en el sustancioso líquido, con lo cual ya habrá comido para el resto del día; si le diésemos, por el contrario, una moneda de dos cuartos, dudaría entre un “gazpacho” [sic] (que es aquí la gasolina de las masas), que sólo requiere un poco de vinagre, aceite y cebolla, o un gran racimo de uvas que ya quisiera para postre cualquier príncipe ruso. Es decir, que no trabaja porque no lo necesita; se viste de andrajos y no tiene casa, pero en un país como éste, donde el sol brille todos los días, tampoco éstas resultan
privaciones muy grandes.
Las clases altas y medias de Sevilla viven con más lujo, pero no mejor que los madrileños del mismo rango, pues lo que en Castilla no se considera lujo, en Andalucía lo es, y ello es debido, sobre todo, al clima, que hace a ciertas cosas infinitamente deseables y aun necesarias; me refiero a cosas como el agua helada, la limonada, las naranjas, las granadas y los higos chumbos; o un fresco patio al que retirarse, con una fuente o un pilón; o las habitaciones de verano en el piso bajo, y las de invierno en el alto, buscando el sol. Todo esto son cosa que el clima andaluz transforma en lujos, e incluso en requisitos indispensables para vivir cómoda y saludablemente. Por otra parte, el andaluz lleva gran ventaja al castellano en materia de alimentación; bien se verdad que toma su puchero, lo mismo que los naturales de otras provincias más septentrionales, pero toma un puchero de mejores ingredientes que en Castilla, pues en Andalucía el cerdo es excelente, alimentado como está de bellota, y las verduras son, sin lugar a dudas, las mejores del mundo”.
[bctt tweet=”Una de las diferencias más perceptibles entre Madrid y Sevilla es la cantidad de individuos andrajosos y pordioseros que se ven en la segunda. Dicho por Henry David Inglis (1795-1835) #ANDALUZOFOBIA” username=”feminismandaluz”]
[De Spain in 1830, 2 vols. Whittaker, Treacher & Co.; seleccionado y reproducido de Alberich, José, Del Támesis al Guadalquivir. Antología de viajeros ingleses e la Sevilla del siglo XIX. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. Col. De bolsillo nº 46, 1976.].
GEORGE BORROW (1803 – 1881) fue un escritor inglés de novelas y de libros de viaje basado en sus propias experiencias en Europa. “Los andaluces de la clase alta son probablemente, en términos generales, lo seres más necios y vanos de la especie humana, sin otros gustos que los goces sensuales, la ostentación en el vestir y las conversaciones obscenas. Su insolencia sólo tiene igual en su bajeza, y su prodigalidad, en su avaricia. Las clases bajas son un poquito mejores que las de posición elevada; verdad es que no puede alabarse el nivel de su moralidad: son engañosos, camorristas y vengativos; pero son, en general, más corteses y, con toda seguridad, no más ignorantes.
A los andaluces, en general, los tienen en muy baja estimación los demás españoles y aun los de mejor posición tropiezan con dificultades para ser admitidos en las tertulias respetables de Madrid, donde, si logran entrar, son invariablemente ridiculizados por los gestos y ademanes absurdos en que se complacen, por su inclinación a la jactancia, sus exageraciones, su curioso acento y la manera incorrecta de pronunciar el castellano.
En una palabra: los andaluces, en todas las cualidades del carácter, se hallan por debajo de los otros españoles como el país que aquellos habitan es superior en belleza y fertilidad a las demás provincias de España.
[De La Biblia en España, traducción de Manuel Azaña, Alianza Editorial (1970); Alberich, José, Del Támesis al Guadalquivir. Antología de viajeros ingleses en la Sevilla del siglo XIX. Publicaciones de la Universidad de Sevilla. Col. De Bolsillo nº 46, 1976.]
[bctt tweet=” Los andaluces de la clase alta son probablemente, en términos generales, lo seres más necios y vanos de la especie humana. Dicho por George Borrow (1803-1881) #ANDALUZOFOBIA” username=”feminismandaluz”]
PIERRE LOUYS (1870-1925) poeta belga. “La señorita Lola es como para subrayarla en rojo. Tiene la nariz andaluza tan graciosamente aguileña, como un signo de interrogación invertido, unos ojos rajados con una pureza de compás; los brazos y el talle delgados y el pecho prominente. Es un pura sangre.
Después de la cena, un compañero de mesa que se autodenomina marqués de Ravenel, nos lleva a la calle de las Sierpes a ver bailar a las sevillanas. Por fin una de ellas, la señorita Lola, es bonita. La hacemos venir a nuestra mesa después de haberle echado unos ramilletes de cuatro perras. Dice que tiene dieciséis años y que es virgen.
En la Fábrica de Tabaco, <<un harén de Cármenes>>: <<Entré y entré solo (a la Fábrica de Tabacos), lo cual es un privilegio pues como usted sabe, los visitantes son guiados por un vigilante en este inmenso harén de cuatro mil ochocientas mujeres, tan libres en sus modales y propósitos. Aquel día, como le he dicho era tórrido, no usaban de ninguna discreción en aprovecharse de la tolerancia que les permitía desnudarse a su antojo en la insostenible atmósfera en la que viven de junio a septiembre”. Comparar a un grupo de trabajadoras con un harén…
[De La mirada del otro. Un recorrido por los viajeros extranjeros del XIX y XX]
[bctt tweet=”Entré solo a la Fábrica de Tabacos, lo cual es un privilegio pues como usted sabe, los visitantes son guiados por un vigilante en este inmenso harén de cuatro mil ochocientas mujeres andaluzas. Dicho por Pierre Louys. #ANDALUZOFOBIA” username=”feminismandaluz”]
RICHARD FORD (1796-1858), hispanófilo británico. Dedicó tres años de su vida a viajar por España. “La mejor forma de hacerse una idea de la vida y las maneras de Andalucía es describir las casas de Sevilla… Esta ciudad … está llena de callejas tortuosas, estrechas, retorcidas. Es muy fácil perderse en este laberinto. Las casas son sólidas y tienen un aspecto por fuera como de cárceles a causa de las rejas de hierro que protegen las ventanas, porque niñas y viñas son mal a guardar. Esta celosías han sobrevivido, y son recuerdo de maridos celosos, raza ahora casi extinguida y que como las dueñas españolas, brujas, dragones y otros centinelas medievales para damiselas de virtud sospechosa, han quedado relegados para que los novelistas extraigan moralejas o adornen un relato. Desde la revolución francesa ser celoso no es ya de bon ton, y se considera costumbre vulgar. Entre las clases bajas, sin embargo, la pasión de ojos verdes sigue ardiendo con tonos de venganza morisca dignos de Otelo,y se diga lo que se quiera de las clases altas, lo cierto es que no hay cortejos ni cavaliere serventes entre los numerosos humildes…
Los profundos alféizares de las ventanas españolas se ven frecuentemente convertidos en gabinetes íntimos, y sombreados con toldos: en ellos el sexo atezado se sienta a tomar el aire y hacer ejercicio cantando como mirlos enjaulados, bordando y mirando a la calle y siendo miradas; y ciertamente, estos seres superiores, cuando soe les ve en sus balcones desde abajo, son, como dice Byron, más interesantes que los cuadros de Giorgione.
Esta costumbre se considera incurable, mujer ventanera tuércele el cuello si la quieres buena, o sea que el remedio para una mujer que siempre está sacando la cabeza por la ventana es torcerle el cuello. Estos barrotes recuerdan los enrejados del harén [y dale con el harén…], detrás de los cuales se esconden las damas orientales y, como ellas, las andaluzas no se quejan del aparente entierro. La tolerancia no es en el fondo más que indiferencia, y son guardadas como tesoros preciosos. Están seguras detrás de las rejas contra todo, excepto las miradas, la artillería ligera de Cupido, las serenatas y los requiebros o expresiones de cumplido y cariño, contra las que ellas no tienen nada que oponer. Encerradas adquieren aspecto de monjas, lo que ciertamente no son, o de princesas cautivas de los romances, hasta tal punto que todos los hombres de corazón tierno se sienten imperiosamente dispuestos a liberarlas de la aparentemente vil mazmorra.
[De Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa, Ediciones Turner, Madrid, 1981]
[bctt tweet=”Estos barrotes recuerdan los enrejados del harén detrás de los cuales se esconden las damas orientales y, como ellas, las andaluzas no se quejan del aparente entierro. Escrito por Richard Ford. #ANDALUZOFOBIA” username=”feminismandaluz”]
Mini-Análisis
Desde nuestro punto de vista, son varias las causas que han hecho de Andalucía una tierra despreciada por el imaginario europeo heteropatriarcal blanco y capitalista pero, como no queremos hacer de este artículo un enrome análisis, os dejamos con algunas ideas que concluimos de los diferentes textos que os expondremos abajo:
La diversidad cultural como mancha. En primer lugar, y debido a las situación que Andalucía tiene como frontera y punto estratégico y accesible para la explotación y ataque de otros territorios (recordemos las bases de Rota y Morón) Andalucía ha sido una tierra de cambios convulsos. La presencia y convivencia –no entramos a decir si buena o mala- durante siglos de culturas bien distintas en el territorio hace que Andalucía sea percibida desde fuera desde los mismos estereotipos y prejuicios que arrastran las culturas que la conforman. Esta diversidad cultural será rescatada en los textos de viajeros extranjeros mencionando el “legado moro” y la presencia de la cultura gitana-andaluza pero como un TODO en el que no existen diferencias identitarias. Por ejemplo, el estereotipo de mujer andaluza como “hembra salvaje y exótica” (a veces víctimas de las pasiones impuestas en su tierra) pesará sobre todas las mujeres andaluzas a pesar de que en muchos textos hagan referencia a, por ejemplo, trabajadoras gitanas como es el caso de las cigarreras. Al viajero le da igual si las mujeres de las que habla son gitanas o mestizas: para él son mujeres andaluzas. Se produce a su ojo una fusión que contribuye a extender los diferentes estereotipos a toda la población. La exotización llega a tal límite que comparar el lugar de trabajo de estas mujeres con un harén. Asimismo se establece una tendencia a escoger los elementos sobre los que se tienen mayores prejuicios de las culturas que han formado y forman parte de Andalucía para proceder a su estigmatización. En otras palabras, se podría llegar a afirmar que se mencionan los legados andaluces sobre los que se tiene mayores prejuicios para afirmar -o dejar caer más bien- que Andalucía no es del todo pura, del todo blanca, que está contaminada y que es contaminación viene de su mezcla. Estos discursos casan perfectamente con los discursos sobre limpieza de sangre establecidos durante siglos en el territorio.
La imposición de un único punto de vista para negar la riqueza de costumbres. Las costumbres andaluzas serán denostadas y expuestas como inferiores a la de los otros pueblos del estado español a pesar de que en algunos textos se destaca la tendencia de un pueblo a saber vivir con poco y a disfrutar del clima y de su territorio. Esta cualidad, que en otros textos será alabada como una forma más sostenible de estar en el mundo, será ridiculizada en los textos que te mostramos hoy. Lo que se impone en el fondo es el ideal enfocado a la productividad donde el tiempo para la vida no tienen cabida. Lo que podría percibirse como una tendencia andaluza a implantar otra forma de hacer sistema (más pausada, donde los tiempos personales estén en el centro), se percibe como un dejamiento casi involuntario que nada tiene que ver con el ideal productivista. Para que esta forma de estar en el mundo del pueblo andaluz fuera percibida como amenaza, el ojo extranjero debería contemplar que existe una elección o incluso una negación a seguir los parámetros normativos. Como el pueblo andaluz es despojado desde esta mirada de toda elección y voluntad, simplemente se entiende que Andalucía es inferior y punto. Sus costumbres no parecen esconder contexto ni fines para estas personas que la describen… Básicamente a las personas andaluzas no se les presupone ideal alguno: son descritas como animales que beben gazpacho y meten el pan en aceite. Ni qué decir de la ausencia de contextualización y porqués a la situación precaria de Andalucía. Desprecio a la pobreza y a las identidades que la habitan, etc.
Despreciar o entender. Ante la proliferación de todo tipo de textos y manifestaciones andaluzofóbicas existirán dos tendencias argumentativas a lo largo de los siglos tanto en textos propios como extranjeros. Una primera tendencia será la de entender que Andalucía aporta una nueva forma de ver y entender el mundo y que simplemente no ha sido comprendida ni contextualizada. La segunda tendencia será la de defenderse de toda la acusación adquiriendo la forma del ideal opresor. Es decir, intentar demostrar que Andalucía ya no es “mora”, que Andalucía es moderna y Europea como la que más y rescatar de su historia únicamente los capítulos que encajan en esa historia basándose ante todo en las aportaciones de personas de clase alta y despreciando lo popular que es donde suele residir la mayor riqueza cultural y social de Andalucía.
Un ejemplo de ello, son los escritos de la periodista almeriense Carmen de Burgos. En sus cuadernos de viaje a Marruecos, la periodista conocida por el apodo Colombine muestra en sus relatos cuál es su concepto de emancipación femenina y territorial consistente básicamente en europeizar el estado español y concretamente Andalucía. Así, su postura será la de rechazar a las mujeres marroquíes desde la misma mirada con la que otros relatos de viajes escritos por hombres rechazaron y exotizaron a las mujeres andaluzas. Colombine insistía además en generar una imagen de la española moderna, ilustrada y cosmopolita frente a la idea de una mujer musulmana animal e impulsiva, alejada de los modales sociales y del ideal de buena esposa y madre florero: “Las moras eran todas feas, deformadas, negras”, llegó a afirmar. Resulta muy curioso observar en todo este conglomerado de textos cómo se asume al enemigo desde dentro a veces por meros intentos de sobrevivir o ser aceptada. Es lo que muchas veces hemos nombrado como “andaluzofobia interior”. Resta decir que es necesario entender la resistencia de aquellas manifestaciones culturales andaluzas más denostadas y de los pueblos andaluces más rechazados como el pueblo gitano. Es ahí y no en otros lugres donde se haya la subversión y la transgresión por la que, en el fondo, se castiga a la tierra y se la subraya.
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