El valor de una víctima

Una ventana de mi patio

Detrás de tó lo que escribo sobre feminismo andaluz hay mucho dolor. A veces también hay ira y rabia como pa hacer un potaje que alimente a toa la provincia de Cái. Ese dolor viene de las historias de las mujeres de mi familia, de mis ancestras y de mi historia propia. Cuento -como ya habréis intuío- de la misa, la mitá. Y, sin embargo, mi rabia, mi dolor y mi ira no deslegitima lo que digo o escribo. Faltaría más…

A pesar de ello, escribir y hablar y levantar este blog me ha hecho creer que puedo ayudar a gente. Que puedo construir un mundo, no sé si más feminista pero, desde luego, con más relatos desde donde mirarnos. Con relatos más diversos donde podamos encontrar un espejo, pensarnos y construir referentes distintos desde el altavoz increíble que es nuestro cuerpo. Sintiéndonos legítimas en nuestro discurso después de años y años sumergidas en el servilismo que nos enseñaron los puñeteros cortijos.

Cuánto silencio… el de las víctimas. Cuánto abuso por el saber de que otras y otres no hablarían nunca.  El poder es una conciencia de que se puede: abusar, hacer… de que puedes… ¡Cuánta cara joder! ¡qué cara tenéis coño! Os he visto decir mentiras en mi cara, tergiversar la verdad, negar el reconocimiento de quienes sí hicieron e intentar llevaros vosotros (los agresores, los que nunca hicisteis nada por ellas) los méritos. He visto cómo a las cuidadoras, además de no reconocerlas, las insultábais. He visto, encima, cómo -a pesar de todo- las envidiabais. ¿Por qué? Siempre me lo he preguntao… ¿Es que acaso en vuestra guerra no encontráis paz?

Ayer escuché de pé a pá una entrevista que hicieron a Virginie Despentes. Entre sus increíbles reflexiones, la siguiente: “Parece que el feminismo no es serio porque no hemos matado a nadie“. Me hizo revolver a pensar en aquello que valoramos más. Sí sí… también dentro de los feminismos. ¿Por qué vamos con el discurso de la guerra siempre a cuestas? Fijaos en los términos que se usan para todo: en política, periodismo, redes sociales. No es diferente a un circo romano en el que queremos ver caer…. ¿Quiénes te han dao una cultura de paz? ¿Quiénes? ¿Les recuerdas? ¿Les mencionas lo suficiente? ¿Hablas de elles en tus feminismos, en tus charlas, en los espacios donde somos? ¿Necesitan matar a alguien, llevar capuchas para que las veas?¿Las despreciamos porque no han matao, porque no quisieron hacer política o ir a una asamblea de izquierdas donde cambiar unos machirulos por otros?

Pienso en por qué quiero poner en valor referentes que han cuidao… que han enseñao el valor de la colectividad. Pensé en toas esas mujeres pobres andaluzas: explotadas,violadas por su propios familiares, despojás de tó… Y la razón de que su acción en el mundo nunca ha sido violenta es que no mataron a tó los violentos que hicieron de su vida una tortura. Y quienes lo hicieron, no fue por violencia sino por autodefensa.

La prueba práctica de su elección no violenta en el mundo es ésa, al igual que la prueba de que el feminismo andaluz (o al menos el comadreo) ha existío de siempre es que estamos vivas. Sin esos lazos, sin esas resistencias dentro de un discurso que sólo hace que escuchemos y valoremos a los violentos, nosotras y nosotres (esas identidades marikas, todas las de fuera de la norma…) ya nos habríamos pegao un tiro.

Negar el valor de una víctima por el mero hecho de que consideramos que no se rebeló lo suficiente, que no se organizó para hacer la guerra… es un discurso muy simple y demasiao reduccionista. Hay más relatos: Hay víctimas que no toman las armas porque no creen en ellas, hay víctimas que no quieren esas revoluciones porque las han sufrío. Hay víctimas que no queremos ejercer ese tipo de militancia porque encontramos paz en lo ordinario, encontramos sentío en los geranios o vemos una cultura de paz en los animales o vemos una cultura de paz en las víctimas, en las mujeres andaluzas pobres; o porque simplemente estamos agotás del escaparate de la violencia. Hay quienes creemos que esos referentes valen porque su trabajo histórico siempre valió más. Porque cuidar siempre es más valioso que quitar vidas. Porque venían a cubrir las necesidades reales. Porque son más valioses quienes resisten el discurso único de la violencia que quienes lo ejecutan. Y también sus formas y contenidos.

Con todo, seguimos definiendo una única forma de hacer militancia, una única forma de hacer feminismo, una única forma de estar en el mundo y obviamos que a veces fue esa imposición el problema. Y nos frustramos porque nuestras voces no son lo suficientemente fuertes en una asamblea pero no denunciamos a veces que el problema precisamente es que no se nos escuche por no querer pegar gritos y sonar de manera contundente. Muchas víctimas hemos tenío que llegar, en feminismo, a hacerlo para poder ser vistas y escuchadas. Luego no nos hemos sentío más poderosas, sino más contrariadas. Lo hago (lo hacemos todo el tiempo) porque parece que es la única forma de que se nos tome en serio. Qué cansancio… Estoy agotá.

Si la guerra, la política pública, los espacios que se reconocen como activistas y la imposición desde la violencia o desde lo que se reconoce como “masculino” es la única forma que tiene el mundo de hacer revolución, a mí me vais a esperar sentades… Y, si un día, saco mi rabia como quiero o grito o me canso de ser robada, será autodefensa porque me tengáis frita.

Aunque yo prefiero pensar que, siendo contaora, también estoy cambiando, un poco, el mundo. Y, ni como víctima ni como persona, me vais a quitar esa ilusión ni esa valía.


Se dice que las víctimas no pueden elegir, que son esclavas de sus circunstancias siempre. El problema de esto es que tendríamos que definir qué es la libertad…

Nada en contra de la autodefensa ni de las estrategias varias. Lo que llevo mal es la imposición de un único punto de vista, la ausencia de reconocimiento en las diversas formas de cambiar el mundo. Y el ridículo constante hacia otras formas de hacer feminismo.

Mar Gallego

Contaora. Felizmente Fracasada. https://www.instagram.com/margallegoes/

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